lunes, 7 de marzo de 2016

Nelly Toapanta trabaja por su familia, una historia de grandeza

Nelly Toapanta, todos los días se levanta muy temprano y siente el golpe frío de la mañana, se restriega los ojos con los nudillos de la mano para quitarse la pereza e inconscientemente empieza a ordenar sus espacios para dejar todo listo y salir a trabajar, ella es Agente Civil de Tránsito.

Cuenta que pasa un momento sentada en su cama y escucha de improviso el llanto de sus hermanos menores (es la quinta de nueve hermanos) que la llaman para despedirse y desearle suerte en su nuevo trabajo que inició desde el pasado viernes cuando se incorporó, en el “Ex cuartel militar”.
Vive con su madre en Pedro Moncayo, su padre murió hace algunos años, y le ha tocado enfrentar muchas calamidades, pero eso le dio fuerza para hoy decir orgullosa que tiene un trabajo fijo, que con este trabajo ayudará a toda su familia.

El timbre agudo del reloj-despertador suena de pronto, anunciando las 5 y 30 de la mañana y hay que ir a trabajar. Dice que en la cocina prepara un desayuno muy somero que consiste en unas tasas de anís y panes secos del día anterior pasados con algo de mantequilla, esos panes son el resultado de no contar con el dinero suficiente para poder comprar pan fresco, sin embargo el espíritu de ella es muy fuerte y no se deja vencer por esa adversidad, tiene la sensación que hoy será uno de sus mejores días en el trabajo y se pone más empeñosa y contenta.
Mientras continúa dando tránsito en las calles Bolívar y Flores, nos sigue contando que al salir de su casa sus hermanos salen de sus cuartos con mucha pereza, bostezando a despedirse, Nelly los lleva a lavarse la cara y a peinarse ahí los deja y, se retira a tomar el bus para llegar a tiempo a formar.
Tiene dos semestres de contabilidad, dice que retomará sus estudios muy pronto, no quiere dejar pasar la oportunidad de seguir superándose.

Mientras el humo de los vehículos, los gritos de la gente, el llanto de los niños que al medio salen de clases y lloran porque sus mamás no les compran golosinas, siguen la misma rutina diaria, Nelly saca fuerzas para soportar el incesante sol y uno que otro insulto de quienes no les gusta cumplir con las leyes de tránsito.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar su incorporación, lo recordó para decirles a las mujeres en su día, que si se puede conseguir los objetivos planteados. “Tenemos la misma capacidad de los hombres, no nos dejemos vencer por nada” lo dice mientras sostiene fuerte el silbato y las ordenes de contravenciones.


FURNTE: UNIDAD DE COMUNICACIÒN GAD- IBARRA

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